Narcosis dialoga quebrada, anclada en la nulidad pragmática vulgar.
Misterio resuelto, Inmóvil desarma el anhelo, frente al complejo lenguaje de perderse real. Desasosiego permanente escupe tu indiferencia y el silencio remanente persiste en partir la consciencia. Perduramos en el juego eterno, permanecimos fecundos, intocables, desahuciando al invierno incierto.
Nos perdimos en el abyecto tiempo fresco pensándonos sujetos.
Hoy sin más se quiebra lo profundo,
Hoy aletargado persiste el nudo,
Hoy inerme se esfuma el texto corroído y moribundo.
Aunadas imágenes se consumen rojas en recuerdo incandescente, puntual se pierde.
Trágica, impaciente, luces pocas y éste infiel remanente...
Provocan anhelo huido del olvido eternamente complacido.
No más delirio, pides, ni consuelo, ni extravío en el camino
destruido. Pero no subsiste, ya no existe y cae muerto como vulgares textos ante un léxico fundido.
Me tope con esta andrógina imagen, sin identidad, que recorre las mentes una vez dormidas.
Ella intenta participar, rearmar, ser deseada hasta consumirse. Ésta, ante la necesidad, se va adecuando a las circunstancias. Donde penetra el juego implícito en los discursos que se vuelven factibles a las miradas sensibles. Uno se convierte en idiota, por la simple desesperación de pertenecer o sentir, básicamente.
Todos lo agentes externos participan, sin importar se mezclan con la obsesión, el odio, los sentimientos más puros.
Uno cree ver más allá y comienza la partida de lo místico, las coincidencias cósmicas. Pero no es más que una reacción química corporal. No hay solo una representación del vacío, quizá en sí no exista tal y cuando uno se tambalea ante tanta depresión aparece esta imagen, deseosa de explicar algo utópico, con intenciones crueles de transportarlo a la realidad.
A eso se le llama idealización.
Corres lejos del sol, muerto de sueños en shock.
Buscas refugio amigo entre palabras austeras y presagios ya dichos.
Amargo ser que en violetas se ha embebido. Esas violetas que pertenecen a mi jardín alusivo, cautivo.
Corres aniquilando el espacio, oscureciendo el remanso, desvaneciendo el ocaso, contradiciendo tu lengua. Muerto en un mismo abrazo.
Siento redundancia en mi boca que con pasión loca desintegra la mordaza.
Cautiva luz de primavera odiando cuanto razonamiento se esparciera.
En pasos firmes se retira la consciencia por puro placer místico derivado del hedonismo, frágil y conmovido.
Brusca sed de tu egoísmo lastima siempre disuelto a mis sentidos, nunca consentidos.
Cuidado, que éste juego de palabras ataca más que el veneno de la esperanza aludido.
Nuestra sencillez en punto de partida o fuga plañidera descoloca cuanto ser vislumbra la energía.
No hay más tiempo que éste sobre el cielo, con los pies en el cálido pensamiento inferno.
No hay más luces que morbosas intentan persuadirnos con hálitos de bondad y procaces anhelos amarillos.
No hay más en ese paisaje antiguo, no existen sonrisas en éste amar cuadriculado.
Es que nada está contado o previsto, por mas cielo desgastado o ambiguo.
Entre batallas alunadas de materias inconclusas siento detrás la mirada y concepciones difusas.
Entra en shock el medio ambiente. A partículas desvanecidas nos volvimos, es que del polvo provenimos y al polvo nos fuimos, cansados, aturdidos, desfallecidos.
Narcosis dialoga quebrada, anclada en la nulidad pragmática vulgar.
