La insuficiente sensación nocturna postulada ha sacrificado mi "don de transfigurar lo prohibido". Pero reanima el sabor del dulce néctar que había caducado en mi paladar por mucho tiempo. Agridulce me siento, entregándome a los brazos de Morfeo para alcanzar aquel encuentro que hoy debo a mi petrificada alma invocando este simple deseo y enérgica manifestación química que he denominado perverso.
/el 26 diciembre 2011
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