martes, 17 de julio de 2012

A quien corresponda este infortunio.

Una piel blanca herida se distingue por sus lunares de vanidosa esencia, permanece incandescente en este dolor ambiguo. Sin lastimar el aire que infunde seducción dispara una vieja fotografía verdusca que impulsa los recuerdos más nocivos adictivos. Fue amante pasiva, aislada intocable; ha muerto por una brisa filosa clavada en su garganta. Ha muerto la dulzura en cascadas. Brindo entonces en esta copa de hojas fallecidas por la diva del otoño... /el 28 diciembre 2011

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