domingo, 22 de julio de 2012

Producto de un Cadáver Exquisito


Disfrutaba de esperar la intensidad del riesgo. Ese violento encuentro, donde la más ridícula escena parecía enloquecerme. Te balanceabas como efectos de huracanes. Llenabas mi blanca impaciencia. Fuiste mi influencia musical. Mi orden.
Pero mi dolorosa adicción se hizo más fuerte y acabé por desgastarte. 
Hoy se asfixia el control del cuerpo, en tiempos, en noches como estas. Balbuceo vuelos poéticos y recuerdo cuando, sin justificación, mirabas con tristeza aquel retorno hacia lo usual. Lo incontenible del deseo y la amargura del dolor, y esa sonrisa que escondía los infiernos más sublimes.
Y te dejaste llevar, maldiciendo, por cobarde, a todo aquel que se atreviera siquiera a intentar juzgar sin antes Vivir.
La Luna, cansada, te saluda a lo lejos, mientras la presencia de un Sol que aún no asoma determina que ya es tarde para tus lamentos. Algunos ojos se cierran mientras muchos más se abren, el Mundo cobra vida un día más, pero no te importa ahora, Morfeo ha ganado otra batalla. Dando un indicio al ausente público que aún busco ese piso infernal donde esa voz fingidamente apática me enredaba. El deseo de la pelea cercana, la íntima humedad, los cruces d fuego, el gemido de rabia contenida y la muerte. Como en alguna película erótica, bizarra, de esas que nombrabas para pretender que eras parte.
"Club de Idiotas" los llamaste alguna vez, y ahora te carcome la necesidad de pertenencia.
De repente, el Mundo deja de girar. Lográs mirarte desde afuera un instante y te da asco, tan patético y deforme por fuera como sabés que lo sos por dentro...
Entonces, una vez más, ese llanto que no redime pero acompaña. Los lamentos retumban en tu cabeza y se incrementa y multiplican y ahora parece un coro infernal, pero al menos no estás solo. El autoengaño surgió y detrás de sabanas imaginarias, descubrí la angustia. Pensé en miradas detenidas, en frases inconclusas, dudosas, de mi parte. Me sentí criminal por no aprovecharte. Solo te veía como una sugestiva Cleopatra. 
He visto reinas victoriosas, pero nadie lleno mi boca de ese jugo secreto de oscuridad, con gusto a placer, amor, muerto de amor.

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